CERVANTES I EL EMPASTRE,





















EN ELS 400 ANYS DE LA MORT DE L’ESCRIPTOR.
                                                                                                                                             Juan Artola     
                 L’originalitat i comicitat de El Empastre venen de lluny i és exemple de la grandesa i poder creador de la tradició del poble valencià.
          Després de les grans actuacións en les places de bous més importants del món, el que va ser cronista de Catarroja Peregrín  Llorens i Raga, senyalava com un fet teatral, una pantomima, que per les raons que foren,  va afegir la condició de taurina a l’espectacle  de la banda comicomusical: una espècie “d’espantada” de l’entremés cervantí  “El Retablo de las Maravillas, recurs còmic utilitzat també pels músics que, vestits de frac i barret de palla, portaven a terme en fer sonar els clarins,  trompetería de la banda, que anunciava l’eixida al rotgle d’un bou inexistent . José Prat, catedràtic de la Universitat de Bogotà, comentava este fet quan la banda el va nomenar soci d'Honor durant la visita al senat a Madrid.
            El cas va ser que un nou de setembre de 1928, estant actuant a la placa de bous de Vinaròs, la célebrada pantomima  es féu realitat. Havia nascut l’agrupació comicotaurina i musical.

                                                                                                                                               

Text de Pelegrín Llorens que reproduim tot seguit. pag.61

       En todas las actuaciones de esta ultima etapa, EL EMPASTRE habia
instaurado un número sensacional que provocaba siempre la hilaridad y el
regocijo de los públicos. Una auténtica pantomima que, naturalmente, solo
podía darse en las plazas de toros. Era ni mas ni menos que un “poutpurri”
de los mas salerosos. Cuando el “respetable” creía que se habían interpretado
los últimos compases, disponiéndose a aplaudir y a vitorear, de repente las
trompetas rasgaban el aire con el clásico “aviso” anunciando la salida del toro.
        Un silencio impresionante inundaba la plaza, y todo el mundo volvía instinti-
vamente su mirada a los chiqueros. Y entonces, los músicos, sin quedar uno,
echaban a correr simulando un miedo atroz a que el cornúpeta apareciera por
el toril. Pero..., claro está. El toro no salía nunca. Y la reacción del público
al sentirse así “capeado”, era, como hemos dicho, siempre regocijante.
Piles bien. Esta pantomima, sin EL EMPASTRE pretenderlo, ni siquiera
sospecharlo, vino por fin un día a cambiar en parte la fisonomía de su espec-
táculo. Vale la pena que hagamos hincapié en esta circunstancia con todos los
caracteres de anecdótica. Contratado por el empresario de la plaza de toros
de Vinaroz, don Eduardo Torres, hallábase girando una tournee por toda
la comarca tortosina, Amposta, Alcanar Ulldecona... Era a principios de
septiembre. Y el día 9, por la tarde, según dicho empresario lo tenia pro-
gramado, habíase de actuar nuevamente en la ya conocida plaza de toros de
Vinaroz. El señor Torres llevaba secretamente su plan. Un plan-sorpresa que
ninguno de los músicos de nuestra Banda conocía. La plaza estaba, como
siempre, a rebosar. EL EMPASTRE se esta llevando al publico de cabeza.
        Aplausos, ovaciones, carcajadas... Ha iniciado los primeros compases del
“poutpurri” tan celebrado en todas partes. Al final y en medio del gran silen-
cio, suenan vibrantes las trompetas dando la llamada de salida del toro. Había
empezado la pantomima. Los músicos, siempre al compás de la música y
de la batuta del director, inician sus carreras y aspavientos simulados como
huyendo de un toro imaginario. De repente, y ante el gran asombro de los
músicos y de la plaza entera, se abren las puertas del chiquero y sale al ruedo,
disparada como una flecha, una vaquilla con verdaderas ganas de embestir.
Dios mio, la que se armo...! La sorpresa había sido tan tremenda, que no
pudieron ser evitados los primeros sustos y unos cuantos revolcones. La panto-
mima habíase convertido en la mas cruda de las realidades. Pero nuestros
incomparables artistas reaccionaron pronto. Ellos no podían así como así
quedar en el espantoso ridículo. Y echando mano de los guardapolvos a guisa
de capotes, empezaron a “torear” al animalejo entre los “oles” y ovaciones
de los espectadores. Lo que muy bien hubiera podido resultar un triste fracaso,
se convirtió en el más ruidoso de los éxitos. Y miren ustedes por donde, desde
aquellos mismos instantes, la fisonomía comicomusical de EL EMPASTRE
se transformaba también en taurina. Sin pretenderlo, el empresario en cuestión
con su bromita guasona, acababa de vincular nuestra popular Agrupación a la
gran Fiesta Nacional.
       Y con este nuevo y flamante número taurino incorporado a su riquísimo
repertorio, continuó EL EMPASTRE su tournee artística por esos pueblos
de Dios, entre las manifestaciones de entusiasmo de todas las gentes. Es ver-
daderamente simpática y curiosa la referencia que nos da uno de los propios
músicos “actores” en la célebre tarde de Vinaroz, tomada de sus notas particu-
lares: “Al día siguiente —dice—, la vaquilla en un camión, la Banda en otro
y el empresario en su coche, formando caravana, fueron a Alcañiz, donde
se dieron tres días de actuación en la plaza de toros con la Banda y la va-
quilla...”


Consultar El Retablo de las Maravillas de Cervantes.
Cartells de Consuelo Peris.

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